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Ejemplo de esfuerzo y superación, la historia de una emprendedora Curicana

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Por Allan Navarro Durán

Sin duda la vida está hecha de historias, y por supuesto, muchas veces pasan inadvertidas, vemos como el de al lado crece, pero no nos detenemos a saber el esfuerzo y empeño que deposita la gente en un proyecto que mucha veces genera crecimiento local, genera empleo, ayuda etc.

En esta ocasión quisimos detenernos y entrevistar a Elizabeth Arancibia, una joven curicana que se lo propuso y emprendió  hoy cumple un nuevo aniversario de su tienda Encanto ubicada en la calle Montt de Curicó.

Cuéntame ¿Cómo fueron tus comienzos?

Comencé como comerciante ambulante a los 15 años aproximadamente.  Obtuve mi capital trabajando como vendedora para los vendedores ambulantes en ferias desde los 12 años, y también en la cosecha de fruta. Trabajaba por las tardes después de salir de clases y luego en las vacaciones. Necesité mucho del dinero para poder subsistir, así que eso me empujó a ser muy vendedora desde pequeña.

Soy la segunda hija de una mamá soltera que siempre trabajó como asesora de hogar 12 horas diarias. Ver a mi mamá trabajando tan duro, sumado al gran deseo de cambiar mi realidad, me llevaron a siempre ir por más. Cada día me desafiaba a vender más que el anterior.

He vendido muchas cosas en mi vida: cds (hace más de 15 años), fruta, empanadas, stickers, helados, agua, burbuja, banderas en los semáforos, accesorios, juguetes, globos, encendedores y un sin número de artículos de temporada. Siempre aproveché las fechas comerciales.

 

 ¿Qué ha sido lo más difícil de emprender?

Poder sobrellevar la frustración. Siempre tengo muy altas expectativas en todo ámbito, pero especialmente en los negocios, porque sé que gran parte del resultado depende de mí; de mi perseverancia y disciplina, de mi habilidad para llegar a las personas. Sé cuánto importa ser constante y no bajar los brazos cuando no se vende, porque no sabemos si la siguiente persona va a comprar.

 

¿Qué fue lo que te motivó a dar el paso a emprender?

El deseo de tener una casa. Una vida digna. Una cama calentita donde dormir. Salir de la miseria, eso es lo que me hizo obsesionarme con vender y vender. Tanto así que compré mi primera casa a los 20 años. Vender me permitió gestionar mejor mi tiempo, para compatibilizar el trabajo y el estudio.

 

Cuentanos un poco de ti, como se compone tu familia, hobbies, gustos, etc.

Mi mamá y mi hija son las personas más significativas en mi vida. Repetí la historia de ser madre soltera, aunque en una situación más privilegiada. Me encanta trabajar; cada vez que lo hago tengo oportunidad de ser mejor persona. Me encanta abrigar a los niños cuando hace frío o ayudar a una adolescente a encontrar su identidad a través de la moda, porque no es solo la ropa, es cómo nos sentimos al usarla.

Me gusta hacer ejercicio por las mañanas y salir a comer, conocer nuevos restaurantes y sabores. Disfruto mucho pedir sin mirar el precio. Lo que años atrás era un sueño, hoy es una realidad que me da mucha satisfacción. Estudié en Santiago Vespertino mientras trabajé como vendedora para una empresa de maquinaria agrícola, y siempre pasaba por afuera de los restaurantes deseando poder estar allí, pero tenía otras prioridades en aquel entonces.

Me gusta poder llevar a mi hija a sus deportes, leer juntas, pasear y descubrir el mundo a través de sus ojos. La pobreza y una familia disfuncional me afectaron mucho. Cuando miro atrás siento que no tuve infancia. Creo por eso soy tan feliz de ser mamá y poder brindarle una historia diferente a mi hija.

 

¿Tuviste tropiezos? Cuáles fueron?

Sí, muchos. Malas decisiones, malas inversiones, mala administración, roces con otros comerciantes, varios robos en nuestra sala de ventas, decepciones… y así podría enumerar muchos más.

Pero el más relevante es que en 2019 sufrí un robo violento delante de mi hija, madre y equipo de trabajo. Los golpes me afectaron mucho, especialmente en el rostro, ocasionando que no volviera a respirar por la nariz. Esto perjudicó mi calidad de vida. Tuve problemas para dormir, disminuyó mi potencia física para entrenar, me amargué y me llené de resentimientos. Sentía que me estaba pudriendo. Además, no hubo justicia.

No me podía intervenir porque luego vino la pandemia y se suspendieron los quirófanos. Fueron tiempos muy difíciles. Agradezco a Dios estar viva y no me haya costado la vida este robo, y a los cirujanos (estético y otorrinolaringólogo) quienes debieron reconstruir completa mi nariz, sin modificar tanto mi rostro, tal cual lo pedí.

 

¿Qué le dirías a emprendedores que están partiendo?

Que encuentren la fortaleza en su interior. Todo lo que necesitan está dentro de ti. No es lo que haces, sino cómo lo haces. La dedicación que le pones, la entrega, el compromiso, la constancia. Mi secreto fue: la persistencia. Mientras más difícil parecía yo más sonreía y más perseveré.

No te conformes con menos de tu objetivo. Aprende a ver con tu poder. Encuentra la oportunidad en cada obstáculo. Y cambia la realidad si no te complace, hasta que consigas tu propósito. Si el desafío es grande o lejano, haz un plan y divídelo en pequeñas acciones que te acerquen a la meta. Creo firmemente que las personas fracasan por no tener un plan. Una idea sin un plan no tiene sentido. Plan+acción = éxito.

 

¿A quién agradecerías?

Agradezco a todos quienes me han ayudado a convertirme en la mujer que siempre me soñé.

Agradezco a cada trabajador y trabajadora que fue parte del equipo de Encanto por ser parte de este proyecto y contribuir al éxito sostenido de mi marca.

Agradezco a mi madre Clara Núñez por su entereza, por educarme con principios y valores. Por ser mi inspiración y mentora. Todo lo bueno que hay en mí lo herede de ella. La admiro profundamente por nunca corromperse con dinero fácil a pesar de tantas dificultades y tentaciones en las que vivíamos. Por criarme con esfuerzo, sacrificio y disciplina. Por apoyarme siempre.

Agradezco a mi amiga de infancia Johanna Correa, por contenerme tantas veces cuando necesité consuelo. Por invitarme a cuestionar mi realidad y a superarme en cada ocasión. Por siempre estar sin importar los tiempos o los kilómetros. Siempre le estaré en gratitud por su incondicionalidad.

Agradezco a cada uno de los clientes que han preferido mi tienda a través de los años.  Que han regresado a través del tiempo. Que nos visitan en navidades y cumpleaños cada vez que quieren obsequiar a quienes aprecian. Que me han permitido ver crecer a sus hijos y estar presente en cada ocasión especial a través de nuestras prendas.

Agradezco profundamente cada halago, cada palabra de aliento, cada sugerencia y observación. Hay veces en las que sentí deseo de rendirme, pero una palabra de gratitud me devolvió la confianza y la fuerza para insistir.

Agradezco a todos quienes me han ayudado a convertirme en la mujer que siempre me soñé.

 

Primera Fuente
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