Están creciendo en demanda, y se entiende: hablamos de productos que, tras alguna falla, son devueltos al fabricante, quien soluciona el error y lo vuelve a vender a un precio muchísimo menor. Acá las ventajas y riesgos de esta alternativa, que puede ser bastante económica.
No es una segunda vida. Se trata, más bien, de una segunda oportunidad. La referencia es a propósito de los productos reacondicionados (refurbished, en inglés), es decir, aquellos que fueron devueltos a los pocos días de uso, restaurados, mejorados y reembalados para ser nuevamente vendidos, aunque esta vez a precios muy inferiores al original. El sistema existe hace varias décadas, pero ha ido cobrando popularidad en los últimos años, especialmente durante esta época de pandemia global.
La principal diferencia entre un producto “reacondicionado” y otro “usado” es que los primeros han sido testeados, probados y certificados de que están “como nuevos” después de haber sido devueltos. O sea, sin fallas de origen. Mientras que el producto usado puede efectivamente estar en buen estado, pero sus posibilidades de falla pueden llegar a ser una lotería. Y muchas veces, sin garantía.
Generalmente, los productos reacondicionados son recibidos con un uso menor —al usuario no le gustó el producto— o debido a algún tipo de falla dentro del periodo de garantía. Así, el fabricante es capaz de arreglar el problema y volverlo a vender, ahora sí, sin desperfectos. Aunque técnicamente no es un producto estrictamente nuevo.
Los productos reacondicionados, además, pueden alcanzar cualquier gama, especialmente en lo referido a gadgets electrónicos: hay laptops, relojes inteligentes, tablets, etc. Pero sin duda son los celulares los que más se transan en el mercado. Y con justa razón, si consideramos los precios de estos aparatos, cada vez más elevados.
Así, cuando han sido reacondicionados, los valores de los equipos pueden descender considerablemente, incluso llegando a un 50% menos respecto al precio original. Así es como se pueden encontrar principalmente productos devueltos tras un muy breve uso, y también aquellos equipos que, por ejemplo, estuvieron en vitrina, fueron usados para pruebas menores, tuvieron problemas de embalaje o de sobre stock, etc.
La industria tecnológica ni siquiera está tan alineada como para determinar en detalle cuál es la participación de mercado de este concepto, pero vaya que está presente. Y como sea, pillar uno de estos puede ser una gran alternativa, mucho menos onerosa (esto último dicho por experiencia personal), además de resultar una práctica sustentable, casi de economía circular.
Según datos de la consultora IDC, tras la pandemia más gente está optando por este tipo de alternativas, lo que otorga una proyección de mercado de más de 65 mil millones de dólares a nivel global para el año 2024, con un crecimiento anual del 11.2%.
Si bien es una buena y muy recomendada alternativa —la gran mayoría de los usuarios que han comentado al respecto en foros y sitios especializados en internet hablan de experiencias positivas e incluso sorpresivas por la respuesta que ofrece el producto en comparación a su precio—, el mundo de los reacondicionados igual tiene sus peros.
Las desventajas se adscriben casi enteramente en la respuesta del vendedor. Por ejemplo, un celular puede venir en excelentes condiciones, pero puede que dentro de la caja falte un cable, los audífonos o cualquier otra pieza “de fábrica”. Hay que tener ojo con eso y ser claro y directo en preguntarle al vendedor qué está ofreciendo exactamente.
En ese sentido, es muy conveniente que la tienda que ofrezca el producto reacondicionado —independiente de su tamaño— sea capaz de ofrecer garantía por un plazo prudente para el comprador, aunque lo anterior no asegure que la caja con el producto venga con todos sus componentes.
Fuente: La Tercera