La noche del sábado quedará marcada en la memoria de miles de fanáticos de Los Bunkers y de la música chilena en general, ya que se llevó a cabo el primero de los dos conciertos de la banda en el emblemático Estadio Nacional, donde alcanzaron un logro sin precedentes en su carrera como una de las bandas de rock más influyentes del país.
El concierto, que congregó a una multitud expectante, estuvo cargado de emociones desde el inicio hasta el final, con un comienzo poco convencional que encendió la euforia de los asistentes durante tres horas de música ininterrumpida con sus más grandes éxitos.
La velada arrancó poco antes de las 19:00 horas con la energía arrolladora de Pedro Piedra, quien calentó motores con temas como «La balada de J. González», «Inteligencia dormida» y «Sol mayor». Acto seguido, Fabrizio Copano, conocido humorista, irrumpió en el escenario para brindar un toque de humor único en la historia de los conciertos en Chile, siendo la primera vez que un comediante figura como telonero de una banda en el Nacional. Copano arrancó risas entre el público con una breve rutina, generando un ambiente aún más festivo y distendido.
En una entrevista posterior, Copano reveló cómo se gestó su participación en el evento, explicando que fue una conversación casual con Mauricio Durán lo que desencadenó esta inédita colaboración. «Pasaron siete años y yo pensé que se le había olvidado, y cuando anunciaron esto, me llegó un mensaje de Mauricio como: ‘¿estai listo?’, y yo: ‘¿listo pa’ qué?’, para abrir los estadios, y yo ‘puta, si claro, feliz’. Y así fue como quedó esto sellado», detalló el humorista.
Sin embargo, la velada aún guardaba más sorpresas para el público asistente. Dos actos de apertura no bastaron para prepararlos completamente para la intensidad del espectáculo principal. Una larga jornada llena de emociones y sorpresas culminó con una actuación desde el Memorial del estadio, donde la icónica banda infantil 31 minutos cautivó a grandes y chicos, seguido de un emotivo archivo audiovisual de Víctor Jara, al ritmo de «El derecho de vivir en paz», que conmovió a todos los presentes y resaltó la importancia de la memoria histórica en el contexto de la música y la sociedad chilena.
Este hito sin precedentes en la historia de los conciertos en Chile no solo marca un momento inolvidable para Los Bunkers y sus seguidores, sino que también resalta el poder de la música como vehículo de expresión y memoria colectiva en la construcción de la identidad nacional.
